12.12.05

NAUFRAGO II

Caminaba por la cubierta e intentaba mirar el horizonte en la profundidad de la noche. Nada. Todo era igual que la noche anterior y que la noche anterior a esa, pero sus latidos eran a destiempo, sus pasos ya no eran seguros y el viejo tic nervioso se apoderaba de la comisura de sus labios, apretándolos para no dejar escapar ni gemidos, ni preguntas, ni palabras. En sus venas corría escarcha, dolía la sangre, dolían los huesos y al alma le quedaba estrecha el cuerpo.

De un momento a otro y tras un violento remezón, el barco giró en 180° grados y un estruendo partió la noche, la nave y su corazón. De capitán pasó a naufrago mientras su humanidad se sumergía con la tentación de perderse en las profundidades incitado por las algas que se enlazaron en su cuello. Algunas astillas del naufragio fueron a incrustarse en sus pies, el mástil golpeo su espalda mientras respiraba agua, y la sal agobiaba sus sentidos. Su boca salina escupía la misma inmensidad que se lo tragaba. Sus ojos se escocían en parpadeos desesperados y no distinguía nada más que oscuridad.
En su luchaba por separar el cielo del mar, venciendo a la muerte, estiró sus adormecidos brazos hasta arrimarse a la puerta de la escotilla que se había desprendido.

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