DE CANELA, POR FAVOR

Descubría paso a paso los rincones, leyendo con las manos las paredes blancas y sus texturas de adobe. Al pasar el umbral, en una pequeña habitación estabas tú impregnando el lugar con dulzura, sin preguntar me empezaste a mostrar cajitas de madera que cuidabas como si contuviesen sagrados brebajes, sin embargo atesoraban especias nobles y simples. Una de ellas era muy especial, pues la había elaborado tu abuelo con una mezcla de elementos indescifrables y esa era tu herencia.
Simplemente no puedo olvidar esa mirada transparente y aun me rondan tantas preguntas. ¿Para que eran esas innumerables lámparas del salón? ¿qué buscaban iluminar si la luz del día ingresaba por los grandes ventanales? ¿Qué pasión guardan tantas especias? ¿Cuántos secretos más me vas a reglar y cuando?