11.4.05

¡Basta ya!


Es que ya es mucho... todos se creen con el derecho a ser oídos y no intentan escuchar. ¡Basta ya! Me cansé de todas aquellas personas que tras el ¡hola!, ¿cómo estás? Se largan con las más insólitas historias humanas y mundanas, irrelevantes, planas y fomes.
Pero de un tiempo a esta parte, he logrado activar un sistema de defensa... mis oídos se cierran internamente mientras observo los movimientos oblicuos y rectilíneos del parafraseo de mi interlocutor. Mi rostro asiente de manera complaciente y mi mirada baga desde un punto invisible en la cara del otro hasta el techo o el horizonte lejano.
Mágico... quedan encantados, no hay preguntas, solo confían en mi actitud de aceptación y reflexión.
Pensarán que soy un buena oyente, que realmente me interesan sus vidas, sus anécdotas cotidianas, pero la verdad es que en esta transitoria etapa de mi vida, no me importa la vida del resto. Solo estoy atenta y receptiva a los comentarios y argumentos de los otros que me ayuden a mirar la realidad desde un universo paralelo, desde arriba, como con un guiño que demuestre que todo lo que ocurre es un chiste, que nada de lo que ocurre en la aparente realidad puede ser cierto, que la vida es una broma constante, un poquitín ácida y muchas veces sabrosa. Eso me gusta en este instante, pensar que todo es una parodia de otra realidad, esto de verdad debe ser un teatro, en alguna parte debe estar el público, solo que la luz del escenario es tan brillante que no vemos el oscuro salón.
Ups... esto lo escribi por ahí por Abril. El estado actual es otro